lunes, 16 de mayo de 2011

SU HISTORIA


La primera orden de monjes militares de la historia, los Caballeros Templarios, se formó en 1118, cuando un caballero de la Champaña, un tal Hughes de Payens, y ocho compañeros se comprometieron mutuamente bajo juramento perpetuo en presencia del patriarca, o soberano, de Jerusalén. Al principio sobrevivían de limosnas y fueron conocidos como los Pobres Caballeros de Cristo.
Los Caballeros Templarios aparecen mencionados a lo largo de El Código Da Vinci, ya sea en relación con el Santo Grial o con la búsqueda del llamado «tesoro del templo de Jerusalén». Los caballeros pronto adoptaron el célebre hábito blanco, proveniente de los cistercienses, al que añadieron una cruz roja. Inicialmente juraban proteger las rutas a Tierra Santa para los nuevos peregrinos que iban en tropel hacia Jerusalén desde Europa tras la Primera Cruzada.

Si ha habido alguna vez un misterio histórico apasionadamente perseguido y no comprendido con claridad ese es el de la orden del temple.

A mediados del siglo XII en Jerusalén, en el año 1118 bajo el reinado de Balduino I, llegaron 9 hombres entre quienes se encontraba Godofredo de Saint-Audemar, a quien podríamos decir que era segundo al mando ya que se encontraban lidereados por el francés Hugo de Payns, quien había crecido bajo una sólida educación cristiana y un hábil manejo de las armas. Llegaron a Jerusalén para proteger a los peregrinos que llegaban desde Europa a tierra santa, sin embargo, de esa misión nació la orden que sería una poderosa fuerza militar y económica no solo de los cruzados sino de toda Europa, y que habría de despertar tantos pensamientos acerca de los misterios que encierra su historia.



Tales misterios como la adoración a una "Figura bafomética" (de aspecto horrible, barbuda y con cuernos) la cuál algunos dicen que era la cabeza de Juan Bautista, mientras que otros dicen que era una especie de símbolo mágico que podría compararse con un dios, más adelante será explicado con más detalle este tema, sin embargo cabe resaltar que en los cargos contra ellos el que tenía mayor peso era el de la adoración a la temible figura, que era interpretada erróneamente por los inquisidores como la figura del diablo.